El falso documento creado por la Iglesia en el que se le entregaba Roma

El falso documento creado por la Iglesia en el que se le entregaba Roma

Constantino I, conocido como El Grande, fue el emperador del Imperio romano entre el 306 y el 337. Es un emperador relativamente popular porque fue él quien permitió al cristianismo ser una religión más, con el Edicto de Milán en el 313. Esto evitaba su persecución. Además, él mismo se declaraba cristiano. Por eso el falso documento creado por la Iglesia en el que se le entregaba Roma tenía a este emperador como protagonista. Como donante.

El falso documento creado por la Iglesia en el que se le entregaba Roma fue utilizado para atribuirse legitimación sobre sus dominios

En el 315, Constantino El Grande contrajo la lepra, y cuando estaba ya desesperado y decidido a someterse a cualquier tratamiento para curarse, el papa Silvestre I le ayudó. Tan solo con su bendición, el papa curó al emperador de la horrible enfermedad. El gobernante quedó tan agradecido que le otorgó al papa, y a sus sucesores, Roma y parte de Italia, además de derechos sobre el territorio occidental de Europa. Esto quedó consignado en un documento que se conoce como la Donación de Constantino.

Pero esto que acabo de contarles es mentira.

Existió el documento del que hablamos, pero no era más que una invención. Una falsificación creada unos cinco siglos más tarde por la propia Iglesia. Con esa Donación de Constantino el papado quería dar valor a sus demandas sobre determinados territorios y a derecho a ejercer el poder. Desde el comienzo hubo escépticos que no se acababan de creer lo que decía el papado ni el documento, pero lo mejor de toda esta historia es cómo se demostró definitivamente el engaño.

El análisis del lenguaje llevó a Lorenzo Valla a demostrar que era imposible que el documento fuera del siglo IV

Un humanista del siglo XV, Lorenzo Valla, un auténtico genio de las letras, escribió un texto en el 1440 titulado Refutación de la Donación de Constantino. En el texto hacía exactamente eso, refutar el documento y demostrar que no podía ser de la época de Constantino. Lo hacía sencillamente a través del lenguaje, tema en el que Valla era un erudito. Es obvio que no era cosa baladí atacar a la Iglesia en el siglo XV, y hacerlo además contra su línea de flotación: el poder.

Siendo un humanista de su época, no podía tan solo hacer un documento claro y conciso sobre sus explicaciones. Tenía además que recrearse en la retórica y en la forma de contar sus ideas. Estas iban de motivos históricos y deducciones lógicas al análisis del lenguaje, el latín, donde era insuperable.

Valla demostró fehacientemente que el latín del documento no podía ser del siglo IV, sin de varios siglos más tarde. Aportó varias pruebas concluyentes de que algunas palabras de la Donación de Constantino correspondían a siglos posteriores a su supuesta creación.

Por ejemplo, en el documento se mencionaba a los sátrapas romanos, pero los funcionarios no fueron llamados así hasta el siglo VIII. Lo mismo ocurría con otras palabras como banna, para hablar de una bandera, o el término clericare. Dado que Valla había estudiado con profundidad los textos históricos, conocía perfectamente cómo había evolucionado el latín y gracias a eso concluyó que el documento que daba Roma a los papas no podía ser real.

A las pruebas de Valla se unieron otros personajes, como Reginald Pecock, obispo de Chichester, pero hoy sabemos que tampoco sirvió de mucho ya que para entonces, para el siglo XV, el poder de la Iglesia era enorme y Roma ya era suya.

Luego hay quien se pregunta para qué sirve el latín.

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