Quizás muchos de ustedes recordarán cuando se compraban en los quioscos periódicos llenos de anuncios por palabras, donde uno buscaba ofertas de pisos o de trabajo. Hoy todo eso está en Internet. También entonces lo primero que hacíamos al poner el pie en un lugar al que íbamos a hacer turismo era conseguir un mapa o un callejero con el que orientarnos. Hoy para eso tenemos el móvil. Les cuento esto para que comprendan un poco mejor el importante valor de la mítica guía Bradshaw en su tiempo.
George Bradshaw nació a finales de julio de 1801 y entre otras cosas fue impresor y editor. En los años 40 de ese siglo XIX lanzó el semanario Bradshaw’s Manchester Journal, al que luego quitó Manchester del nombre. En él recogía artículos sobre arte, literatura y ciencia. Lo que no quitó nunca del título del semanario fue su apellido, que es el que ha recibido la fama, aunque no por esta publicación sino por otra.
En 1839 Bradshaw comenzó a recopilar los horarios de los trenes de Gran Bretaña. Esto era muy útil para planificar un viaje, saber a qué hora llegaba uno a un sitio y a qué hora debía coger el siguiente tren. Pero claro, igual que Forrest Gump comenzó un día a correr hasta el final del camino, y luego hasta el final del condado, y así llegó hasta la costa del país; de manera similar uno se pone a viajar y nunca sabe dónde va a parar, así que las guías tuvieron que hacerse más extensas.
Bradshaw siguió añadiendo lugares y medios de transporte a sus guías. Europa, India, Australia, Nueva Zelanda y partes de Oriente Medio se hicieron con un hueco entre sus páginas. Y no sólo trenes, sino también barcos y diligencias. Esto resultó en un tremendo volumen de casi 1.000 páginas.
Bradshaw murió en 1853, pero su trabajo siguió y por eso decía que su apellido se hizo famoso. Lo cierto es que se lo ganó a pulso, porque la primera edición de su guía tenía por título Bradshaw’s Railway Time Tables and Assistant to Railway Travelling. Luego fue la Bradshaw’s Railway Companion, luego la Bradshaw’s Monthly Railway Guide. En definitiva, siempre estaba su apellido ahí. Hasta que llegó a conocerse como la guía Bradshaw.
Y no sólo eso, en los años 20 y 30, a los pilotos de la Fuerza Aéra que no se orientaban bien se les decía que hacían un Bradshaw. Con eso se quería decir que en lugar de orientarse por sí mismos, buscaban las vías de tren y las seguían hasta su destino.
Phileas Fogg, el protagonista de La vuelta al mundo en 80 días, usó una guía Bradshaw para conocer cuándo y dónde debía tomar un transporte. Fuera un barco, un tren o cualquier otro. Pero no sólo Verne la menciona. También aparece en obras de Agatha Christie, Conan Doyle, G.K. Chesterton o en el Drácula de Bram Stoker.
No sé si estos libros se utilizaron para planificar la vuelta al mundo en menos de 80 días que dieron dos mujeres en 1889, compitiendo para ver quién lo hacía más rápido. No lo sé, pero apostaría que sí.
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